El arte de los abandonados y los robados

Hace pocas semanas conocíamos la noticia del hallazgo de un bebé recién nacido en los baños del aeropuerto de Múnich. Desgraciadamente noticias como esta se repiten periódicamente en los medios de comunicación ya pesar de que ya ni siquiera inquietan la conciencia de la mayoría de la población, acostumbrada a la violencia estructural de nuestro día a día, lo cierto es que representan una grieta en el bienestar social, entendido como la matriz en la que crecen y se desarrollan los futuros humanos.

¿Por qué, una vez han pasado los treinta o cuarenta segundos de noticia, quien más vuelve a pensar en aquel bebé que acaba de venir al mundo y no tiene absolutamente nada, tan sólo y no en todas partes, un padre artificial llamado Estado que se encargará de intentar darle oportunidades para reintegrarlo a la sociedad.

Los primeros años de vida de este bebé probablemente pasarán en un orfandad o el equivalente del siglo XXI, y quizás con suerte una pareja decide adoptarlo y darle la familia que el destino le negó un buen principio, en definitiva una segunda oportunidad para volver a empezar.

A lo largo de la historia de la humanidad, la tarea de ayudar a estos niños a desarrollarse en un ambiente favorable ha recaído en mujeres con o sin criaturas propias e instituciones religiosas y / o civiles. El hospital Foundling (Hospital de los niños abandonados) en Londres, hoy en día reconvertido en un museo, es uno de los lugares que intentó ser el hogar de muchos niños abandonados durante la época victoriana.

Museo Foundling (Londres)

Establecido en 1739 por el filántropo Thomas Coram, el Hospital Foundling se convirtió en la primera organización benéfica para niños abandonados o con riesgo de abandono del Reino unido.

Entre 1741 y 1954 (a partir de 1926 se continuó ofreciendo el servicio de caridad pero a las afueras de Londres) más de 25.000 niños fueron acogidos y cuidados por la organización. El proyecto además, contó con la ayuda de dos personajes claves que ayudaron a Coram a hacer realidad su sueño: el artista William Hogarth y el compositior George Friderich Händel. Hogarth entusiasmado por el proyecto, alentó otros artistas a dar obras de arte estableciendo así lo que sería la primera galería de arte pública del Reino Unido. Händel por su parte dio un órgano en la capilla del hospital y ofreció un concierto de beneficencia anualmente.

En 2004 se abrió el Museo Foundling en un edificio de los años 30, situado en las antiguas dependencias del hospital. Hoy en día, el museo sigue con un fuerte visión social ofreciendo actividades para las familias, escuelas y facilitando que artistas, músicos y escritores puedan trabajar conjuntamente con jóvenes en riesgo de exclusión.

En cuanto a la colección artística del centro, conviven pinturas, esculturas, muebles y cerámicas emplazadas en reconstrucciones de las instalaciones del siglo XVIII donadas al museo por los propios artistas como Hogarth, Thomas Gainsborough, Joshua Reynolds y John Michael Rysbrack junto con pequeños artefactos que pertenecieron a los niños residentes del hospital ya las madres que los tuvieron que abandonar (certificados de admisión, libros de texto, uniformes, testigos de antiguos residentes del siglo XX, …), haciendo que en realidad la exhibición sea una pequeña reconstrucción de sus vidas y sentimientos.

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