Origen de los globulos rojos

Muerte de rbc

La anemia suele estar causada por una enfermedad crónica, definida como cualquier enfermedad que dure 3 o más meses. Los trastornos autoinmunes, en los que el cuerpo ataca sus propios tejidos, son una causa común de este tipo de anemia. ¿Cuál de los siguientes trastornos autoinmunes es la causa más frecuente de la anemia?

La anemia suele ser causada por una enfermedad crónica, definida como cualquier enfermedad que dure 3 o más meses. Los trastornos autoinmunes, en los que el cuerpo ataca sus propios tejidos, son una causa común de este tipo de anemia. ¿Cuál de los siguientes trastornos autoinmunes es el que más frecuentemente causa anemia?

Merck and Co., Inc. con sede en Kenilworth, NJ, EE.UU. (conocida como MSD fuera de EE.UU. y Canadá) es un líder mundial de la salud que trabaja para ayudar al mundo a estar bien. Desde el desarrollo de nuevas terapias que tratan y previenen enfermedades hasta la ayuda a las personas necesitadas, estamos comprometidos con la mejora de la salud y el bienestar en todo el mundo.    El Manual se publicó por primera vez en 1899 como un servicio a la comunidad. El legado de este gran recurso continúa como el Manual de MSD fuera de los Estados Unidos y Canadá. Obtenga más información sobre nuestro compromiso con el conocimiento médico mundial.

Forma de los glóbulos rojos

Los glóbulos rojos (RBC) maduros son el resultado de un proceso finamente regulado llamado eritropoyesis que produce 2 millones de RBC cada segundo en adultos humanos sanos (Palis, 2014). El modelo estándar de la eritropoyesis comienza con las células madre hematopoyéticas (HSC) en la médula ósea (BM), dando lugar a progenitores multipotentes que pasan a ser precursores eritroides de los glóbulos rojos maduros. Sin embargo, esta relación jerárquica es cuestionada, mostrando una mayor plasticidad para los destinos potenciales de la célula, con varios estudios en ratones (Adolfsson et al., 2005) y nuevos datos recientes en humanos (Notta et al., 2016).

La maduración a partir de precursores eritroides comprometidos se denomina eritropoyesis terminal y se produce en la médula ósea dentro de las islas eritroblásticas, que consisten en un macrófago central rodeado de eritroblastos, y termina en el torrente sanguíneo donde los reticulocitos completan su maduración en 1-2 días. Durante esta fase, los proeritroblastos (Pro-E) sufren cambios morfológicos, como la reducción del tamaño celular y la condensación de la cromatina, producen proteínas específicas, como la hemoglobina, y muestran una capacidad proliferativa reducida para dar lugar a eritroblastos basófilos (Baso-E), policromatófilos (Poly-E) y ortocromatófilos (Ortho-E), sucesivamente. Aunque se conocen varios factores de crecimiento que regulan la eritropoyesis, la Epo es el principal regulador de la eritropoyesis que impulsa la proliferación y diferenciación de los precursores de los glóbulos rojos, evitando la apoptosis de los eritroblastos (Koury y Bondurant, 1990; Ji et al., 2011). La interacción macrófago-eritroblasto en la médula ósea es esencial, ya que los macrófagos facilitan la proliferación y la diferenciación y proporcionan hierro a los eritroblastos (de Back et al., 2014).

Recuento de glóbulos rojos

Los glóbulos rojos (GR), también denominados glóbulos rojos,[1] corpúsculos rojos (en los seres humanos u otros animales que no tienen núcleo en los glóbulos rojos), hemátidos, células eritroides o eritrocitos (del griego erythros por “rojo” y kytos por “vaso hueco”, con -cito traducido como “célula” en el uso moderno), son el tipo más común de célula sanguínea y el principal medio de los vertebrados para suministrar oxígeno (O2) a los tejidos del cuerpo, a través del flujo de sangre por el sistema circulatorio. [2] Los glóbulos rojos absorben el oxígeno en los pulmones, o en los peces en las branquias, y lo liberan en los tejidos al pasar por los capilares del cuerpo.

El citoplasma de los eritrocitos es rico en hemoglobina, una biomolécula que contiene hierro y que puede unir el oxígeno y es responsable del color rojo de las células y de la sangre. Cada glóbulo rojo humano contiene aproximadamente 270 millones[3] de estas moléculas de hemoglobina. La membrana celular está compuesta por proteínas y lípidos, y esta estructura le confiere propiedades esenciales para el funcionamiento fisiológico de las células, como la deformabilidad y la estabilidad al atravesar el sistema circulatorio y, concretamente, la red capilar.

Eritropoyesis

Los glóbulos rojos maduros son el resultado de un proceso finamente regulado llamado eritropoyesis que produce 2 millones de glóbulos rojos cada segundo en los adultos humanos sanos (Palis, 2014). El modelo estándar de la eritropoyesis comienza con las células madre hematopoyéticas (HSC) en la médula ósea (BM), dando lugar a progenitores multipotentes que pasan a ser precursores eritroides de los glóbulos rojos maduros. Sin embargo, esta relación jerárquica es cuestionada, mostrando una mayor plasticidad para los destinos potenciales de la célula, con varios estudios en ratones (Adolfsson et al., 2005) y nuevos datos recientes en humanos (Notta et al., 2016).

La maduración a partir de precursores eritroides comprometidos se denomina eritropoyesis terminal y se produce en la médula ósea dentro de las islas eritroblásticas, que consisten en un macrófago central rodeado de eritroblastos, y termina en el torrente sanguíneo donde los reticulocitos completan su maduración en 1-2 días. Durante esta fase, los proeritroblastos (Pro-E) sufren cambios morfológicos, como la reducción del tamaño celular y la condensación de la cromatina, producen proteínas específicas, como la hemoglobina, y muestran una capacidad proliferativa reducida para dar lugar a eritroblastos basófilos (Baso-E), policromatófilos (Poly-E) y ortocromatófilos (Ortho-E), sucesivamente. Aunque se conocen varios factores de crecimiento que regulan la eritropoyesis, la Epo es el principal regulador de la eritropoyesis que impulsa la proliferación y diferenciación de los precursores de los glóbulos rojos, evitando la apoptosis de los eritroblastos (Koury y Bondurant, 1990; Ji et al., 2011). La interacción macrófago-eritroblasto en la médula ósea es esencial, ya que los macrófagos facilitan la proliferación y la diferenciación y proporcionan hierro a los eritroblastos (de Back et al., 2014).