El gran sueño leon trotsky

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Uno de los primeros días del congreso, me paró en el vestíbulo de la iglesia un hombre alto y anguloso, de cara redonda y pómulos altos, que llevaba un sombrero redondo. “Soy su admirador”, me dijo, con una risa amable.

“¿Admirador?” repetí con asombro. Parecía que el cumplido se refería a mis panfletos políticos escritos en la cárcel. Mi interlocutor era Maxim Gorky, y era la primera vez que lo veía. “Espero que no sea necesario que diga que soy su admirador”, dije, respondiendo al cumplido con otro. En aquella época, Gorki estaba cerca de los bolcheviques. Con él estaba la conocida actriz Andreyeva. Íbamos juntos por Londres.

“¿Puedes creerlo?”, dijo Gorki, mientras miraba a Andreyeva con asombro, “ella habla todos los idiomas”. Él mismo sólo hablaba ruso, pero bien. Cuando algún mendigo cerraba la puerta del taxi detrás de nosotros, Gorky suplicaba: “Deberíamos darle algunos de esos peniques”. A lo que Andreyeva contestaba: “Se han dado, querido Alyosha, se han dado”.

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Sobre la mesa en la que escribo estas líneas reposa una de las biblias del hospital en noruego. Hace treinta y siete años, tenía sobre mi mesa en la celda solitaria de la prisión de Odessa -aún no había cumplido los veinte años- el mismo libro escrito en diferentes lenguas europeas. Comparando los textos paralelos practicaba la lingüística: el estilo del evangelio y la concisión de las traducciones facilitan el aprendizaje de lenguas extranjeras. Por desgracia, no puedo prometer a nadie que mi nuevo encuentro con el viejo y conocido libro contribuya a la salvación de mi alma. Pero la lectura del texto bíblico noruego puede, no obstante, ayudarme a aprender la lengua del país que me ha ofrecido su hospitalidad, y cuya literatura ya en años más jóvenes aprendí a atesorar y amar.

Se trata de un hombre que, seis años antes, había sido desterrado por un Estado que él mismo había ayudado a crear. Las fronteras de la Unión Soviética se cerraron definitivamente para Trotsky en enero de 1929. Buscó refugio en Turquía, que le acogió, pero sólo durante unos años. Francia le ofreció asilo en 1933, pero pronto se dio cuenta de que estaba demasiado caliente para retenerlo, y Stalin buscó su deportación de Francia de forma implacable, sin remordimientos. El Tratado Franco-Soviético de Asistencia Mutua de mayo de 1935 puso fin a la estancia de Trotsky en el país de la Revolución Francesa. Noruega aceptó que él y los Trotsky se trasladaran a la casa de un amigo en Honefoss, no lejos de Oslo.

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La guerra mundial y luego la guerra civil habían agotado los recursos de Rusia y desgarrado el organismo económico interdependiente de antes de la guerra, y sin embargo había que seguir manteniendo un gran establecimiento militar. El sistema de transporte estaba al borde del colapso. La industria no tenía productos que dar a los campesinos a cambio de su grano… La inflación había destruido el sistema financiero. Las enfermedades, el hambre y el frío acechaban la tierra. La vida de los trabajadores había empeorado, no mejorado2.

¿Cómo reaccionaron los bolcheviques ante tal devastación? Según Lih, la mayoría de los estudiosos describen a los dirigentes bolcheviques como una reacción “eufórica” y “delirante” ante el desastre al que se enfrentaban, que les presentó un conjunto de políticas autoritarias que valoraron como algo que constituía no sólo una necesidad, sino un avance político. De ahí que lo que se conoció como comunismo de guerra, es decir, la requisición de grano por la fuerza, la militarización del trabajo, el sistema de raciones, etc., fuera presentado supuestamente por Trotsky y otros como un atajo para que las masas rusas llegaran al verdadero comunismo.

quién ordenó el asesinato de león trotsky

Jaime Ramón Mercader del Río (7 de febrero de 1913[1] – 18 de octubre de 1978),[2] más conocido como Ramón Mercader, fue un comunista español y agente del NKVD[3] que asesinó al revolucionario bolchevique ruso León Trotsky en Ciudad de México en agosto de 1940 con un piolet. Cumplió 19 años y 8 meses en prisiones mexicanas por el asesinato.

Mercader recibió el título de Héroe de la Unión Soviética, la Orden de Lenin y la Estrella de Oro tras su liberación de una prisión mexicana en 1960. Dividió su tiempo entre Cuba, la Unión Soviética y otros países.

Mercader nació el 7 de febrero de 1913 en Barcelona de Eustaquia (o Eustacia) María Caridad del Río Hernández, hija de un comerciante cántabro que se había hecho rico en la Cuba española, y de Pau (o Pablo) Mercader Marina (nacido en 1885), hijo de un industrial textil catalán de Badalona. Mercader creció en Francia con su madre tras el divorcio de sus padres. Era una ardiente comunista que luchó en la Guerra Civil española y sirvió en la clandestinidad internacional soviética.