Franz marc el sueño

La cascada franz marc

En 1911, Marc fue miembro fundador de Der Blaue Reiter (El jinete azul), y fue el centro de un círculo de artistas expatriados alemanes y rusos con August Macke, Wassily Kandinsky y varios otros cuyas obras fueron fundamentales para el desarrollo del expresionismo alemán.

Esta obra, que representa a tres caballos de vivos colores azules que miran hacia abajo frente a un paisaje de ondulantes colinas rojas, se caracteriza por sus brillantes colores primarios y un retrato que la simplicidad, y un profundo sentido de la emoción. Según la “Encyclopædia Britannica”, “los contornos de los caballos, poderosamente simplificados y redondeados, tienen su eco en los ritmos del fondo del paisaje, uniendo tanto a los animales como al escenario en un conjunto orgánico vigoroso y armonioso”. [1] Se cree que las líneas curvas utilizadas para representar el tema tienen como objetivo enfatizar “una sensación de armonía, paz y equilibrio” en un mundo animal espiritualmente puro y que, al verlo, se permite a los seres humanos unirse a esta armonía. 2] Marc daba un significado o propósito emocional o psicológico a los colores que utilizaba en su obra: el azul se utilizaba para la masculinidad y la espiritualidad, el amarillo representaba la alegría femenina y el rojo encajaba el sonido de la violencia y de la materia básica. Marc utilizó el azul a lo largo de su carrera para representar la espiritualidad y se cree que su uso de colores vivos fue un intento de evitar el mundo material para evocar una esencia espiritual o trascendental[3][4][5] Este óleo sobre lienzo mide 41,625 pulgadas por 71,3125 pulgadas (sin marco) y no está firmado.

Desnudo

En esta obra, Franz Marc aporta una mezcla de las teorías futuristas italianas y cubistas francesas. La composición se estructura en torno a líneas dinámicas que irradian hacia el exterior desde la figura femenina del primer plano; desnuda y dormida, se convierte en un símbolo de la armonía entre el mundo humano y el reino animal. En sus cuadros, los colores tienen su significado simbólico: el azul, por ejemplo, representa lo masculino e intelectual, mientras que el amarillo simboliza la feminidad y la calidez. Toda la escena parece ser un sueño de la figura femenina.

Un bebé en una cesta al aire libre

Franz Moritz Wilhelm Marc (8 de febrero de 1880 – 4 de marzo de 1916)[1] fue un pintor y grabador alemán, una de las figuras clave del expresionismo alemán. Fue miembro fundador de Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), una revista cuyo nombre se convirtió posteriormente en sinónimo del círculo de artistas que colaboraban en ella.

Sus obras de madurez representan sobre todo animales, y son conocidas por su brillante colorido. Fue reclutado para servir en el ejército alemán al comienzo de la Primera Guerra Mundial, y murió dos años después en la batalla de Verdún.

En la década de 1930, los nazis lo calificaron de artista degenerado en el marco de su supresión del arte moderno[2]. Sin embargo, la mayor parte de su obra sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, asegurando su legado. En la actualidad, su obra se expone en muchas galerías y museos eminentes. Cuando se subastan sus cuadros más importantes, atraen grandes sumas, con un récord de 12.340.500 libras (24.376.190 dólares) por Weidende Pferde III (Caballos pastando III)[3][4].

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Marc fue reclutado por el Ejército Imperial Alemán como soldado de caballería. En febrero de 1916, como se muestra en una carta a su esposa, se inclinó por el camuflaje militar. Su técnica para ocultar la artillería de la observación aérea consistía en pintar cubiertas de lona en estilo ampliamente puntillista. Se complace en crear una serie de nueve cubiertas de lona con estilos que varían “de Manet a Kandinsky”, sospechando que este último podría ser el más eficaz contra los aviones que vuelan a 2.000 metros (6.600 pies) o más[9].

El grito

Marc cofundó una serie de publicaciones en forma de revista, The Blue Rider. Se centraba en el movimiento expresionista, y era conocido por estar vinculado a un pequeño grupo de artistas que se encargaban de publicar imágenes, así como historias de última hora, durante el tiempo que la revista existió en Alemania.

Sin estar ya atado a la representación veraz de la naturaleza, pero sin renunciar del todo a los vínculos con el mundo real, Franz Marc ofrece en El sueño un reflejo magistral del “ritmo orgánico… de todas las cosas”, destacando su conocimiento de las teorías futuristas italianas y cubistas francesas. La composición se articula en torno a líneas dinámicas que irradian desde la figura femenina del primer plano; desnuda y dormida, se convierte en un símbolo de la armonía entre el mundo humano y el reino animal. Las diversas criaturas que la rodean parecen ser el producto de su sueño.